Distante a una decena de kilómetros de Algarrobo, Tunquén ha sabido conservar hasta ahora su carácter de zona típica, rural, con sus bosques de pino cubriendo las laderas y las arenas de su extensa playa prácticamente impolutas. Lo que el visitante esporádico no logra percibir es que, pese a lo anterior, Tunquén ha experimentado, desde inicios de los noventa, un importante y sostenido desarrollo inmobiliario. Pero mientras en el vecino Algarrobo éste se expresa en grandes proyectos de empinados bloques de cemento repletos de departamentos, en Tunquén todo se concentra en 400 casas repartidas en tres parcelaciones que nacieran del antiguo fundo de la familia Hernández.
"Tunquén está dividido entre dos comunas: Algarrobo y Casablanca. Tiene perfecta unidad geográfica, no así administrativa", nos explica Pedro Salas, arquitecto residente en la parcelación El Rosario desde hace más de dos décadas. Esta condición, según Salas, provocó que, al menos al momento de los primeros esfuerzos urbanísticos, fuera muy difícil acceder a mayor implementación, a mayor infraestructura. Fue así como se fueron construyendo casas que, dadas las circunstancias, tuvieron que ser 100% sustentables. La autonomía energética se impuso como una norma, hasta hoy. Los panales solares resultan ser la opción mayoritariamente escogida por los propietarios para resolver este punto. La energía captada por éstos se almacena en baterías, de manera de brindar total automatización y autonomía a cada domicilio. El agua se extrae de pozos -que, dado el aumento en el número de viviendas, de 15 han tenido que pasar a 40 metros de profundidad- y la mayor parte de los vecinos aplica un sistema de división de los desechos domésticos.
Vista de una de las últimas casas diseñadas y construidas por Salas
El arquitecto y músico Pedro Salas y Chayanne
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