jueves, 28 de diciembre de 2017

La imprescindible Elzbieta Majewska

Por Pablo Salinas


Hace pocas semanas, el gobierno de Polonia ha condecorado por segunda vez a Elzbieta Majewska. La primera fue el año pasado, cuando se cumplieron 40 años del inicio del alzamiento ciudadano contra la dictadura comunista que gobernara los destinos del país eslavo durante cuatro largas décadas. Elzbieta, siendo apenas una estudiante veinteañera, fue figura protagónica de aquel movimiento histórico. Se le concedió la medalla como "Caballero del Renacimiento de Polonia". Nada menos. Por estos lados, a varios se les entrega un diploma con un saludo apenas protocolar e hinchan el pecho hasta rajarse. Elzbieta no. Ella, de hecho, ni siquiera fue a su país natal a recibir tan encumbrada condecoración. Ahora, me anuncia cuando la voy a ver a su casa en El Quisco, le han entregado una segunda medalla, esta vez por "la Libertad y la Solidaridad". Por desgracia, para ella, se trata de estímulos netamente honoríficos. No hay nada monetario de por medio y las arcas de Elzbieta, aunque no se crea, no están como para sortear los gastos de atravesar el océano para ir a colgarse una medalla al cuello, por más alucinantemente prestigiosa que sea.



Elzbieta vive en el litoral hace ya más de una década. En Las Cruces, Playas Blancas, hoy en la comunidad Rongo-Rongo quisqueña. Su vida, su trayectoria en esta vida, es simplemente extraordinaria. El año pasado cuando se le reconoció como una de las figuras claves que propiciaron el fin del régimen de matriz soviética y el inicio de una nueva etapa para Polonia, la televisión polaca sí atravesó el océano para entrevistarla, por cierto. El reportaje que finalmente salió al aire lleva un título que no deja de sobrecoger, pero que la retrata fielmente: "La Última Heroína". 1977. Los comunistas gobiernan con mano de hierro su país. Elzbieta termina sus estudios de filología en la Universidad de Cracovia. Por las tardes, un grupo de estudiantes se reúne a discutir sobre qué hacer para revertir el opresivo estado de cosas. Un día, uno de ellos, aparece muerto. La policía asegura que se rompió el cráneo en una accidental caída por las escaleras. Elzbieta, ante el ataúd, detecta orificios en ambas sienes del cuerpo de su malogrado compañero. "A nadie por caer escaleras abajo se le atraviesa la cabeza de esa manera", me dice, evocando la misma brutal pero exacta deducción que tuviera hace cuarenta años atrás. Este hecho, que a muchos hubiera congelado sus ímpetus, a ella, por el contrario, la empujó a entregarse de lleno a luchar por propiciar otra caída: la del régimen de su país, que ordenaba eliminar a quienes levantaran una voz de disidencia. Nada menos. La naturaleza de Elzbieta pertenece a una estirpe que no está hecha para tratar asuntos pequeños, de escala reducida. Su vida rozó la clandestinidad. De aquel movimiento estudiantil, surgido en las aulas universitarias, nació algunos años después "Solidaridad", el gran conglomerado de fuerzas opositoras que terminó llevando al gobierno -y a la fama mundial- al líder sindical Lech Walesa.   

Algunos de sus extraordinarios trabajos (pastel sobre papel)

Pero a Elzbieta las autoridades la reconocen hoy por partida doble como una de las figuras señeras de la historia polaca contemporánea. No por sus méritos como artista, como perfecta y justificadamente podría haber sido. El guión se repite. Hacer foco sobre los aportes en el campo del arte y la creación sigue resultando una tarea mucho más costosa que la de hacerlo sobre el campo de la política y los movimientos sociales. Si bien su quehacer como activista política resultó ser de trascendencia capital, fue también de carácter acotado en el tiempo y terminó en 1980 cuando no tuvo más alternativa que escapar de Polonia. Pocos años antes de su éxodo definitivo, junto con la conclusión de sus estudios formales, inició una larga y sobresaliente relación con el mundo del teatro y las artes escénicas, siguiendo la huella de un maestro singular, su coterráneo, el mítico Jerzy Grotowski. "Ya entonces era un tipo controvertido, rodeado de misterio, uno de los pocos que podían organizar encuentros culturales, internacionales, invitar gente de afuera, con la venia de los jerarcas del régimen", señala Elzbieta. "Él no formaba escuela, iba en contra de eso. Formaba grupos semilla, muy pocos podía entrar ahí. Yo entré. Lo suyo era un proceso de experimentación permanente, intenso, radical, muy influenciado por las enseñanzas de Gurdjieff."

Desde entonces, recibiendo en primerísima fila los influjos de quien hoy es reconocido como uno de los grandes reformadores del lenguaje teatral del siglo XX, Elzbieta activó su propia dinámica de creación artística: pinturas, dibujos, máscaras, papel recortado, poemas. Todo de gran calidad. En 2013, cuando fue de visita a su país natal tras una ausencia de décadas, sus viejos amigos le organizaron una muestra con sus trabajos en una importante galería de arte de Cracovia. Ante el manantial de formas y colores, todos, antiguos camaradas, la saludaban, la abrazaban y le preguntaban qué hacía en Chile, qué tal su vida en Chile. Quédate con nosotros, Elzbieta, tras tantas batallas ya llegó el tiempo de los agasajos y el reconocimiento. Pero Elzbieta, como en esas películas de amores locos, volvió. Volvió a las nieblas del litoral central, a su casita que arrienda en Rongo-Rongo. Volvió donde su único hijo, nacido poco tiempo después de su arribo a este lejano, extraño país sudamericano. Tras su retorno, y aprovechando el impulso de su viaje a Polonia, quiso exponer acá, en el que ahora considera su hogar. Sin mayor alternativa de salas en el litoral, supuso que lo mejor era hacerlo en la Casa Neruda de Isla Negra. Pidió que le dieran financiamiento para poder enmarcar sus trabajos y así presentarlos de manera adecuada. Se lo negaron. Tuvo que meterlos dentro de una cobertura plástica y colgarlos con un chinche, tal como lo hace cuando los vende en la calle. Le dieron poco más de una semana para que los expusiera. No tengo claro si las botellas de vino tinto de la inauguración las compró ella, o bien, la Fundación, en un esfuerzo máximo, tuvo a bien costearlas.

Cualquiera daría por sentado que a esta alumna de Grotowski se la pelean en los colegios, en los centros culturales. Así debería ser, por cierto. Pero no. Esto es algo que todavía no termino de entender. Acá ella entrega currículos y le responden "de ahí la llamamos". Por eso tiene que salir a vender sus trabajos a la calle. Mientras conversamos, una amiga suya me comenta algo que la misma Elzbieta prefiere omitir. "Una vez, una gestora cultural de San Antonio dijo que ella era la Violeta Parra polaca". Pero esto, dicho, más que como un halago, para hacer ver que era difícil, obstinada, rebelde. Y endemoniadamente talentosa.

Al parecer, para nuestro Chile el plato de una mujer indómita y genial sigue siendo un plato de demasiado difícil digestión. Y esto es algo triste, vergonzoso. Simplemente, nos la estamos farreando.

 Elzbieta y sus máscaras

9 comentarios:

Myriam Muñoz dijo...

Grande Elzbieta!
Cariños y felicidades
Mymu

Unknown dijo...

Talentosa y revelde! El libro me gusta mucho. Acercate al pueblo de los artesanos de algarrobo. Podrás exponer y vender tus bellos trabajos! !

Berta García dijo...

Tuvimos la suerte de tener a Elzbieta en la Escuela de Biodanza del mar dirigiendo una actividad con sus geniales máscaras, en donde los biodanzantes expresaban con mucha creatividad, emoción y profundidad diferentes personajes que se relacionaban entre si. Gran y talentosa artista!!!!!


Anónimo dijo...

Agradezco haber conocido el trabajo de Elzbieta hace 6 años y desde entonces solo me he maravillado de la enorme creatividad, belleza y profundidad de sus variadas dimensiones creadoras. Una mujer maravillosa una artista genial!!

Muchas gracias a Algarrobo Al Día por destacar, una vez más, las historias de despliegue humano que nos habitan en este hermoso litoral y que tanto nos cuesta reconocer.

Julio Villalobos

Unknown dijo...

El pago de polonia, con su rebeldia , su carisma , su genio, sus rabietas incomprendidas, su valentia, sus odios contra la imposicion, sus amores de la cual a lo mejor no entendio un ego latino, por que es una heroe en Polonia de este fines de siglo. Se ha escrito mucho de ella en las Universidades europeas, esta por encima de todos los egos masculinos y mira llegar a Chile, en la cuna de los poetas chilenos de nombradia
Vive en la humildad, la mas linda de toda persona-
Es una artista de nivel mundial, pero al contrario de toda logica , ella esta y estara por siempre por los oprimidos, los sin nombre, los que son un número de folio, millones se han perdido en Europa por no arriegar su vida en una dictadura sea del color que sea,

Valeria dijo...

La conozco y encuentro que es una artista maravillosa. Prolifica. Una heroina que debemos reconocer y darle la tribuna.

Carolina Caracola Cappra dijo...

Podrías enviar un telefono para que se comunique con ustedes? El telefono de Elzbieta 976520956

Carolina Caracola Cappra dijo...

Podrías enviar un telefono para que se comunique con ustedes? El telefono de Elzbieta 976520956

Anónimo dijo...

Elzbieta , ciagle pamietamy o tobie,
Krysia i Zbyszek