Proyectos pedagógicos: un aporte a la labor docente
Terminó otro año
más, pero aún queda en el aire la confusión de qué vendrá en materia educativa. Sin duda, el futuro educacional se presenta
cubierto por un velo de misterio, de cambios que vendrán o no vendrán: para
algunos la concreción de un sueño, para otros la destrucción de un modelo que está
bien porque da seguridad, y para otros más, la incertidumbre total. Y en este devenir nos preguntamos: ¿cómo
estamos viviendo el proceso de formación educativa en este litoral? Para dar respuesta a esta interrogante queremos
compartir con ustedes dos experiencias pedagógicas que hemos realizado un
equipo de docentes -de enseñanza media- durante estos últimos años en el Liceo
Clara Solovera, comuna de El Quisco.
Para comenzar, es
importante señalar que nuestras acciones educativas y pedagógicas han estado
orientadas a generar espacios de encuentro entre el mundo adulto y esta nueva
generación de jóvenes del litoral central, todo esto con la finalidad de promover
en ellos el interés y una actitud favorable al mundo, como también de apertura,
conciencia y sensibilidad ante sus sentimientos y los de otros. Por esto, las acciones que relataremos fueron
generadas por jóvenes, en lenguaje y lógica
juvenil, y con profundo sentido para ellos, para nosotros, para todos.
Buscando puntos de
encuentro- en este diálogo entre generaciones- surgió el formato de Proyectos
Multinivel e Interdisciplinarios o Multidisciplinarios. Estos proyectos pedagógicos son muy bien valorados
por estudiantes y por la comunidad educativa en general esencialmente porque
surgen de la propia motivación (necesidad, curiosidad, inquietud) de los
estudiantes. Son ellos quienes proponen,
sugieren, motivan, planifican, organizan y ejecutan. El aprendizaje, entonces, es significativo
porque es real. Moviliza a grupos
humanos, los involucra, son parte clave del proceso, y el resultado es lo que
ellos son capaces de generar. Cuando un
joven deja de ser “alumno” y ejerce un rol de “estudiante” llena de sentido el
momento que vive, disfruta, siente, enfrenta, supera y siempre “gana”. Por esto, un proyecto pedagógico romper las barreras o estructura de clase, de
grupo curso, de asignatura, transforma la realidad y la llena de sentido,
coherencia y lógica. Más maravilloso aún
es que cada uno (docentes, estudiantes y familia) en su particular diferencia
va disfrutando su propia realidad, no hay competencias sino desafíos -pero no
los impuestos por otros sino que los propios-, cada uno conoce sus fortalezas y debilidades y
descubre cómo superarlas, cómo sacarles provecho, cómo transformarlas en una
cualidad. Entonces, hay espacio para todos los estilos de aprendizaje, de vida,
de orden y más.
Bajo esta modalidad
se ejecutó la tercera versión del “Congreso
Estudiantil” que en esta oportunidad se abocó a la siguiente pregunta:
¿Moldeados por la sociedad?”. El
proyecto convocó a estudiantes de 1er año medio como organizadores del evento
quienes aplicaron todo su conocimiento en apoyar logísticamente en cada aspecto
requerido para este formato académico; los estudiantes de 2° medio fueron los
expositores invitados a compartir sus investigaciones y reflexiones sobre
diversos temas propuestos por ellos (sexualidad, política, deportes, cultura,
drogas, etc.); los estudiantes de 3° medio desarrollaron estrategias de
difusión para dar a conocer las mesas y los temas a tratar ante la comunidad
escolar y estudiantes invitados de otras escuelas; y los estudiantes de 4°
medio cubrieron el evento tal como periodistas recogen y difunden información
importante para su comunidad. Durante un mes los estudiantes se prepararon en
cada uno de sus roles y en septiembre se ejecutó durante toda una mañana en las
dependencias del Liceo; finalmente, las ponencias se publicaron en la “Revista
Cultural” que recoge las monografías presentadas por los estudiantes y fue
entregada a los visitantes de la Muestra Pedagógica Anual que se realiza en el
aniversario del liceo.
Otro proyecto
ejecutado -en su segunda versión- es “El viaje poético”, actividad que
involucra a los estudiantes del plan electivo humanista y a las asignaturas que
lo incorporan: filosofía, lenguaje e historia, además de la asignatura de artes
y tecnología. En este proyecto los
estudiantes realizan una travesía por lugares, zonas y casas del litoral
central (playa, mar, campo, ciudad) con la intención de valorar y disfrutar de
espacios donde puedan sentirse, encontrarse y reencontrarse con su ser
interior; donde puedan percibir el mágico entorno: la naturaleza con toda su
fuerza y misterio; donde el mirarse a los ojos se haga sin miedo, sin
diferencias, con respeto y con transparencia.
Este proyecto es una instancia para que cada uno de ellos busque un
lenguaje propio, auténtico; donde exploren la palabra, la imagen, el dibujo, la
música, la poesía. Por otra parte, es un
proyecto que pretende llegar a la comunidad y dialogar con ella, ya que estas
experiencias quedan escritas, dibujadas, fotografiadas e impresas en un libro
que recoge toda la producción de estos jóvenes estudiantes y que es el
resultado del diálogo con la comunidad y con otras instituciones culturales y
artísticas de la comuna, como lo fue en este caso al apoyo recibido por la Casa
Museo de Isla Negra.
Las evaluaciones de
estos proyectos -realizadas tanto por estudiantes como por el equipo docente y
directivo del liceo- dan como resultado una valoración positiva, ya que en los
estudiantes se aprecia motivación, compromiso, responsabilidad y –por sobre
todo- la gran capacidad que tienen para involucrarse en sus aprendizajes, para
comunicarlos y para superarse. Para
nosotros (docentes ejecutores) la clave de este “éxito” es que los estudiantes
saben de antemano que lo que digan y hagan será comunicado a otros, en
situaciones comunicativas reales: alguien los leerá, los escuchará, los verá.
Así ellos toman conciencia y valoran esta forma de construir realidad, de
influir en otros, de pensar críticamente, de expresar su realidad; en estos
proyectos “viven” su voz, porque su voz y lo que tengan que decir no es para
una nota, no es para cumplir o complacer a un profesor, no es para rendir, no
es para demostrar, sino que se transforma en una herramienta de creación y transformación
personal, social y comunitaria.
Los docentes,
frente a este nuevo rol, sin duda que somos facilitadores, y no hay más. Los cambios que se avecinan pueden aportar a
la tan necesaria transformación en el proceso educativo pero quizás lo más
relevante sea derribar las resistencias
de los adultos (ciudadanos y sus representantes), de las instituciones
(educativas y administrativas) y de
aquellas estructuras herméticas y cerradas donde el discurso es elocuente pero
otra cosa es cómo -efectivamente- estos cambios se transforman en realidad. Por
lo pronto, dejamos aquí nuestras experiencias pedagógicas como un aporte a la
generación de ideas para contribuir con el proceso educativo de los jóvenes del
litoral central.
Ma.
Loreto Álvarez Villalón
Docente
Lenguaje y Comunicación
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