Hace siete años atrás, David Bustos (45) trabajaba como libretista de teleseries de TVN. Un trabajo de ritmo intenso, quizá incluso frenético, con entregas de varias decenas de páginas cada día. Fue entonces cuando David se convirtió en residente, al menos relativamente estable, del litoral. Arrendó una casa en El Tabo, que un amigo suyo, el poeta Jaime Pinos, había habitado durante el tiempo que estuvo a cargo del Museo Neruda de Isla Negra y que ahora dejaba disponible al emigrar a Valparaíso. La casa no era ninguna maravilla, su estado dejaba harto que desear, pero tenía una vista al Pacífico que compensaba con creces cualquier escollo. Pronto esta se convirtió en el indispensable refugio para desconectarse de la voracidad de la urbe. Poco tiempo después, una escapada algo accidental por el “camino del medio” de Algarrobo lo hizo descubrir y caer rendido ante la belleza escénica del lugar. Compró un terreno, luego construyó una casa. A mediados de 2013, dejó definitivamente Santiago por las quietas laderas rurales de San José. Dejó también la televisión y las teleseries, concentrándose de lleno en su producción literaria: poesía, cuentos, crónicas. Este año, debutó por partida doble como tallerista en este, el "litoral de los poetas".
David, llevas ya casi cuatro años
viviendo en la comuna y me parece que lo has hecho hasta ahora de manera casi secreta.
Recién este año empezaste a hacer talleres en Algarrobo y El Quisco; hasta
antes parecías confinado en tu parcela de San José, con un vínculo más bien
bajo con la comunidad local. Cualquiera diría que te interesaba suscribir el
ejemplo de Montaigne y replegarte en tu torre para escribir sin
distracciones...
En realidad, cuando me vine
pensaba un poco así. Siempre leí textos budistas, le dedicaba tiempo al Tao te
king y comencé a sistematizar mi acercamiento a Thoreau. La situación de estar
en el paisaje, conocer los tipos de árboles, hacer caminatas, distinguir el
canto de los pájaros, sentarme a escuchar música, bañarme en el mar en
invierno. Pero paralelamente me he mantenido trabajando. Llegué a Algarrobo en
el 2013 y en el 2014 publiqué Dos cubos de azúcar (publicado en
una editorial de la zona) que tiene un poco esa lógica que te cuento, pero
además estaba con mis máquinas experimentando poesía sonora y saqué un disco
que se llama Todo empieza por casa, donde aprendí un montón de poesía
fonética, poesía sonora, noise. Además aún estaba en la televisión escribiendo
guiones.
¿Y hoy?
Hoy estoy en una etapa
distinta. Digamos que la observación sin participación termina en egoísmo. Mi
situación con Santiago ahora casi no existe y los talleres tienen esa lógica de
devolver lo que he ido aprendiendo con los años, de compartir experiencias, de
iniciar un diálogo con las personas de la zona. Mira, lo primero que hice
cuando llegué a San José fue aprender de las personas de campo, los escuché con
respeto, ellos conocen más el territorio, el clima, tienen una relación con las
cosas de manera vital. Sigo sin ser bueno para maestrear, pero procuro que la
gente que me ayuda sienta que estamos en una situación de diálogo y tengo la
suerte que los maestros, que finalmente son vecinos de San José, siempre me
tiran buena onda y me tratan con amistad. La figura del santiaguino prepotente
y consumista fue algo que rechacé siempre. Hoy me siento uno más, un vecino de
Algarrobo. Entonces los talleres son en definitiva espacios de conversación, de
encuentro y participación. Hacer comunidad, habitar el territorio, tiene
relación con crear un tejido socio-cultural donde los lugares necesariamente
sean colectivos.
Está claro que la gran mayoría de la gente que, como tú, se viene
a vivir a esta zona lo hace motivada principalmente por una mejor calidad de
vida en términos de respirar un aire libre de contaminación y de hacerle el
quite a los trastornos y agobios de la urbe. Pero esta zona es también el
"litoral de los poetas", cuestión que, en tu caso, ciertamente te
interpela mucho más de cerca. Neruda está en Isla Negra, Huidobro en Cartagena,
Parra en Las Cruces; Algarrobo, en esto, es algo así como el "pariente
pobre", frente al resto de las comunas del litoral. Esto, ¿te afecta
de alguna manera? ¿Te anima a activar algún tipo de estrategia en busca de
generar algún tipo de contrapeso?
Uno se viene producto de una gran discusión con
Santiago, que pasa por varias preguntas importantes acerca del tiempo y
el espacio. Además tengo la sensación que vivir en Algarrobo centro (por
decirlo de alguna forma) y vivir en una localidad rural (San José) también
implica otras cuestiones, que incluso no son del toda incorporadas a la idea
del balneario. Yo vivo en un Algarrobo que no es el de la postal que todos
conocen, y eso profundiza más aún el contraste que tuve al dejar la capital.
Respecto al tema del “Litoral de los Poetas” en rigor,
no es tan así, porque todos los poetas que nombras aterrizaron en la zona, no
son nacidos y criados aquí. ¿Quién está en esa calidad? Florencia Smiths,
Jonás, no sé si muchos más. En todo caso sería interesante que el slogan de
“Litoral de los poetas” tuviera contenido, y eso pasa por políticas culturales
a nivel territorial, que tiene que ver con bibliotecas robustas, talleres
abiertos de poesía, tanto en colegios como en centros culturales. Incluir la
poesía a la cotidianidad, que la comunidad se sienta invitada a un proyecto
territorial poético. ¿Y qué es la poesía? ¿Para qué sirve? Esas son las
preguntas prácticas que se puede hacer la persona común. La poesía no tiene
sólo una función estética, la poesía tiene que ver con la imaginación y
aprender a leer el mundo desde las formas y el lenguaje. Vivimos en prosa, nos
comunicamos en prosa, vemos la televisión, las revistas, escuchamos la radio en
prosa. La poesía es un lenguaje que involucra un pensamiento paradójico y
divergente. Está comprobado según estudios que leer es fundamental para las
funciones cognitivas. Cuando lees te concentras, armas un relato en tu cabeza,
usas la imaginación y creas una interpretación. Imagínate si todos leyeran un
libro a la semana. Y si de cada tres libros uno fuera de poesía.
Por lo que el tema del “Litoral de los Poetas” necesariamente pasa por leer a Parra, Huidobro y Neruda, leerlos en serio. Empezar con cuestiones mínimas, como declarar en todas las municipalidades una vez al año la semana de Huidobro, por ejemplo, y desde Santo Domingo a Tunquén hayan actividades en torno a este poeta, con lecturas, seminarios, charlas, exposiciones, etc. Al otro año, la semana del Neruda, y así hasta llegar a Jonás. Recuerdo que cuando niño leí la novela de Vicente Huidobro El Diario de Alicia Mir y nunca más olvidé a Huidobro. No sé, Pablo, es un trabajo grande, cada poeta es un universo y si la comunidad partiera por conocerlos, estoy seguro que no sólo seríamos más cultos, sino que tendríamos a mejores personas, por lo menos más creativos y eso ya es mucho. La poesía es una respuesta valiosa al mundo que vivimos, de eso no tengo duda.
Por lo que el tema del “Litoral de los Poetas” necesariamente pasa por leer a Parra, Huidobro y Neruda, leerlos en serio. Empezar con cuestiones mínimas, como declarar en todas las municipalidades una vez al año la semana de Huidobro, por ejemplo, y desde Santo Domingo a Tunquén hayan actividades en torno a este poeta, con lecturas, seminarios, charlas, exposiciones, etc. Al otro año, la semana del Neruda, y así hasta llegar a Jonás. Recuerdo que cuando niño leí la novela de Vicente Huidobro El Diario de Alicia Mir y nunca más olvidé a Huidobro. No sé, Pablo, es un trabajo grande, cada poeta es un universo y si la comunidad partiera por conocerlos, estoy seguro que no sólo seríamos más cultos, sino que tendríamos a mejores personas, por lo menos más creativos y eso ya es mucho. La poesía es una respuesta valiosa al mundo que vivimos, de eso no tengo duda.
Entre oriundos y avecindados, entonces,
en este litoral me parece que hay, al menos, dos cosas concretas. Una, que está
poderosamente vinculado a figuras mayores de nuestra poesía, y, otra, que la
concentración actual de, digamos, cultores del oficio poético residentes en la
zona, no es para nada despreciable. Siendo Chile un país donde los cultores del
oficio se cuentan por millones, me atrevería a decir que, porcentualmente, en
este litoral su concentración debe ser incluso superior a la media del país.
Llevo ya algunos años más que tú viviendo en la zona y capto que escribientes
relativamente activos hay muchos, quizá varios que orientan sus esfuerzos bajo
la guía de esas grandes figuras, pero no sé hasta dónde existe verdadera
sintonía, en términos de producción y méritos, entre estas últimas y los
actuales practicantes del oficio. ¿Cuál es tu percepción al respecto? Dentro
del territorio, ¿se están generando propuestas escriturales que en lo personal
te estimulen, despierten tu interés?
Si uno lee con detención el libro de Felipe Moncada,
Territorios Invisibles, que hace un panorama de los poetas del territorio, que
viven en lugares apartados, localidades o de regiones, el litoral tendría una
baja densidad de poetas. Porque la densidad es producto de la cantidad de
poetas en un espacio de territorio. Este territorio es muy amplio, por lo que
definitivamente la densidad de poetas es menor, que no sé, por ejemplo los
poetas del Maule.
En cuanto a poetas del litoral que superen su ámbito
local y que tengan un alcance nacional, me parece que Florencia Smiths es la
poeta que lejos tiene mayor proyección y que sostiene una de las poéticas más
potentes, no sólo de la región, sino que del país. La llegada de Damaris
Calderón a la zona creo es algo que debería infundir mucha potencia al rubro.
Sé, por ejemplo, que una de las primeras cosas que hizo Florencia Smiths fue
tomar un taller con ella. De eso se trata, creo, aprovechar a los que saben y
que puedan entregarte herramientas para que desarrolles mejor tu oficio. Lo que
sí he visto con alarma es poca lectura, vacíos, o derechamente negarse a leer
para no perder la originalidad. Tú entenderás que uno no puede ser escritor sin
leer. De todos los años que viví en Santiago, nunca me encontré con un escritor
que me dijera que no lee para no influenciarse. Y aquí he encontrado eso. ¿Qué
se puede hacer? Talleres de lectura. Armar talleres que sólo sean para leer, por
ejemplo: clásicos o poesía o novelas. Talleres que nos inviten a descubrir
autores. Lo que sí he encontrado en mis talleres son buenos prosistas, eso me
tiene muy entusiasmado, hay personas en mis talleres que escriben muy bien,
desde literatura infantil hasta picaresca o textos autobiográficos. Y eso me
pone muy contento.
Sé que publicarás pronto dos libros, uno
de crónicas y otro de cuentos. Entiendo que serán estos tus primeros textos
publicados fuera del campo de la poesía. Me parece que no es tan usual que un poeta
incursione en la prosa; quizá sí que publique críticas o crónicas, pero más
raro es que escriba cuentos. Háblame un poco de estos dos trabajos.
La
prosa es algo que me tiene contento. La experiencia de publicar una columna en
el diario digital El Desconcierto me ayudó mucho, fueron en total 20 columnas
y es probable que se publiquen por la misma editorial del diario. Los cuentos
los venía trabajando desde hace varios años. Y respecto a los libros de poesía,
fueron proyectos que ganaron las editoriales Pez Espiral y Serifa. El poemario
que saldrá por Pez Espiral se llama Arial Doce y el otro, es una reedición de
Ejercicios de Enlace, publicado en el 2007, que ahora incluye también poemas
nuevos.
Para terminar: tienes más de diez años como libretista de
televisión en el cuerpo, ¿no te ha tentado escribir algo para cine, un guión de cine, que en términos de
escritura se presenta un par de peldaños más arriba que un guión de teleserie?
En realidad no sé si está un peldaño tan arriba. Porque
considero que escribir una teleserie es muy difícil. Son cerca de 90 capítulos
con un promedio de 60 escenas por capítulo y en cambio en una película, son
¿cuánto? ¿120 escenas en total? Pero más allá de la cantidad y la exigencia del
escritor de teleserie, el cine me parece que necesariamente pasa por el diálogo
estrecho con el director. Escribí una vez algo de Tonino Guerra, él para mí es
el ejemplo de poeta y guionista, y según lo que pude aprender de él, siempre se
trata de una conversación entre el realizador y el guionista. Tiene que haber
una sintonía. Del cine lo más cerca que he estado son unos videos
experimentales que creo de vez en cuando, unos cortos que rehago cada cierto
tiempo. Me interesa el tema de la imagen y me encantaría tener un computador,
que me ayudara a montar mejor. Vivo en San José, en el campo, en una
casa de madera, tenemos tres perros y soy el guardián del hogar. Si ocurriera
una situación de desplazamiento de soporte y lenguaje, creo que sería el video.
Hace poco leí La Imagen Inquieta de Fernando Pérez, se trata de un
magnífico libro donde hace un estudio comparativo entre Juan Downey y Raúl
Ruiz, ese tipo de material por ejemplo, para mí es gasolina para repensar
muchas cosas. Entonces lo que haga pasa por estar aquí en situación de
laboratorio. Cultivar el laboratorio, como quien cultiva el jardín.
1 comentario:
ESTIMADOS AMIGOS DE ALGARROBO AL DIA.LES AGRADECERIA actualizar sus publicaciones
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